La ciclovía está, pero en la misma ruta están también los peatones, los vendedores informales con sus mesas, canastas y sillas (y uno que otro cliente), y los usuarios de los buses sentados en los paraderos instalados en la vía. En la avenida Rodríguez Bonín, que se conecta con las avenidas Barcelona y Del Bombero, los ciclistas califican como una burla el tramo de la ciclovía construida sobre la vereda y que -advierten- tiene más trabas que el mundo de Mario Bros en el Súper Nintendo.
La semana pasada, Samuel Ladines, quien vive en la ciudadela Bellavista y a diario se moviliza en bicicleta para llegar a Los Ceibos, donde trabaja, se dio contra el piso tras evitar caer sobre un niño que se encontraba esperando un bus, junto a su madre. “Él estaba ahí, donde le correspondía; yo estaba ahí, donde también me correspondía. La culpa no era de nadie, sino de las “inteligentísimas” autoridades a las que se les ha ocurrido que, como no valemos nada ni merecemos respeto, compartamos un camino, el mismo metro y carril, ni siquiera el lateral, aunque estemos en riesgo”, señala.
Para Ladines, que la ruta haya sido construida bajo esas condiciones evidencia esa “innegable falta de planificación” que sufre la ciudad para convertirse en un espacio amigable.
Carolina Morla, quien habita en la avenida Barcelona, ni siquiera es una ciclista apasionada, pero utiliza este medio de transporte para evitar gastar en taxis o en colectivos, donde el miedo a ser asaltada está además latente.
“Para ir a hacer compras, la ‘bici’ sería más que suficiente. Pero por obras mal construidas, como esta, nos vemos obligados a sacar el auto y a alimentar ese infernal tráfico que ni la Alcaldía ni la ATM lo resuelven”, alerta.
La ciclovía está mal hecha y nadie hace nada por mejorarla, aunque sea un poquito. A los ciclistas siempre nos darán las migajas de las obras, nos pintarán una línea y querrán que agradezcamos la acción. Pero que sepa la Alcaldía que eso no lo vamos a hacer, porque estamos conscientes de que lo que se hace nos pone incluso más en riesgo.Ammy Cajamarca,
habitante de Bellavista
En el tramo afectado, de casi kilómetro y medio de extensión, que empieza en la acera ubicada al pie de una cadena nacional de supermercados; hay días en los que los biciusuarios deben lanzarse sobre el concreto a andar, puesto que las familias que salen con sus fundas de comida o las madres que pasean a sus niños en coches están sobre la ruta.
“Paradójicamente, ellos no están invadiendo. Y es que hay tramos dentro de esta conflictiva pista donde todos podemos pasar encima de todos. Es tan absurda, que la ciclovía desaparece cuando aparece el paradero. ¿Qué hacemos ahí? ¿Nos vamos al asfalto? ¿Volamos? ¿Cargamos la bici en el lomo? ¿Chasqueamos los dedos, cual Thanos (villano ficticio de las películas de Marvel), para desaparecer? Qué ruta más ridícula”, piensa Napoleón Jara, quien vive cerca del cerro San Eduardo, aledaño al lugar.
Sobre este escenario, quién lo planificó, los arreglos que se harán en la ciclovía y si es que los harán, EXPRESO solicitó una entrevista a la Alcaldía para hablar del tema, pero hasta el cierre de esta edición la confirmación de la solicitud no fue respondida.
Durante el recorrido que hizo este Diario, el equipo pudo constatar que, pese a que había agentes de la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM) en el lugar, hubo motociclistas que circularon por la ruta y vendedores ambulantes que colocaban, si el cliente lo pedía, las canastas hasta con fritada en plena ruta. Esto hacía hasta tambalear a los ciclistas que, cansados de zigzaguear tantos obstáculos, frenaban y se sentaban a esperar a que la feria, como la llamaron, termine.
La Rodríguez Bonín no es una ciclovía que nos permita circular. No es amigable, es intransitable y genera más accidentes que cuidados. Sin embargo en esta zona somos muchos quienes por aquí nos desplazamos en vehículos de dos ruedas sin motor. Frente a ello, la usamos. No porque nos guste o facilite la movilidad, simplemente porque nos toca. Agustín Vélez,
ciclista
“Quiero que públicamente las autoridades sepan que estamos conscientes de que ese argumento de que apoyan y promueven el uso del transporte multimodal es una falacia. Si le decían a mi sobrina de 6 años que delinee la ciclovía, lo hubiese hecho mejor. El Cabildo sigue priorizando el carro, nos sigue dando migajas; que no se queje la alcaldesa entonces, cuando alcemos la voz y reclamamos lo que merecemos para no vivir más estancados”, sentencia el ciclista Julio Mendoza, quien hoy evita desplazarse por esta ciclovía “sin sentido”.