El cerebro humano solo consume unos 20 vatios de energía, lo mismo que una bombilla.
Es el año 2030 y estamos en la mayor conferencia tecnológica del mundo, la CES de Las Vegas. Una multitud se reúne para ver cómo una gran empresa tecnológica presenta su nuevo smartphone. El director general (CEO) sube al escenario y anuncia el Nyooro, que contiene el procesador más potente jamás visto en un celular. El Nyooro puede realizar la asombrosa cifra de quintillones de operaciones por segundo, es decir, mil veces más rápido que los modelos de teléfonos inteligentes de 2020. También es diez veces más eficiente energéticamente, con una batería que dura diez días.
Un periodista pregunta: “¿Qué avance tecnológico ha permitido este enorme aumento de rendimiento?” El director general responde: “Hemos creado un nuevo chip biológico con neuronas humanas cultivadas en laboratorio. Estos chips biológicos son mejores que los de silicio porque pueden cambiar su estructura interna, adaptándose al patrón de uso del usuario y dando lugar a enormes ganancias de eficiencia.”
Otro periodista pregunta: “¿No hay problemas éticos con los ordenadores que utilizan materia cerebral humana?”
Aunque el nombre y el escenario son ficticios, se trata de una cuestión que tenemos que afrontar ahora. En diciembre de 2021, Cortical Labs, con sede en Melbourne, cultivó grupos de neuronas (células cerebrales) que se incorporaron a un chip informático. El chip híbrido resultante funciona porque tanto el cerebro como las neuronas comparten un lenguaje común: la electricidad.
En los ordenadores de silicio, las señales eléctricas viajan a lo largo de cables metálicos que unen los distintos componentes. En el cerebro, las neuronas se comunican entre sí mediante señales eléctricas a través de sinapsis (uniones entre células nerviosas). En el sistema Dishbrain de Cortical Labs, las neuronas se cultivan en chips de silicio. Estas neuronas actúan como los cables del sistema, conectando los distintos componentes. La mayor ventaja de este enfoque es que las neuronas pueden cambiar su forma, crecer, replicarse o morir en respuesta a las demandas del sistema.
Dishbrain podría aprender a jugar al videojuego de salones recreativos Pong más rápido que los sistemas de inteligencia artificial (IA) convencionales. Los desarrolladores de Dishbrain explicaron: “Nadaparecido existió antes… Es un modo de ser completamente nuevo. Una fusión de silicio y neurona”.
Cortical Labs cree que sus chips híbridos podrían ser la clave para los tipos de razonamiento complejo que los ordenadores y la IA actuales no pueden producir. Otra empresa que fabrica ordenadores a partir de neuronas cultivadas en laboratorio, Koniku, cree que su tecnología revolucionará varios sectores, como la agricultura, la sanidad, la tecnología militar y la seguridad aeroportuaria. Otros tipos de ordenadores orgánicos también están en las primeras fases de desarrollo.
Aunque los ordenadores de silicio han transformado la sociedad, siguen siendo superados por los cerebros de la mayoría de los animales. Por ejemplo, el cerebro de un gato contiene 1.000 veces más almacenamiento de datos que un iPad medio y puede utilizar esta información un millón de veces más rápido. El cerebro humano, con sus trillones de conexiones neuronales, es capaz de realizar 15 quintillones de operaciones por segundo.
Esto sólo puede ser igualado hoy en día por superordenadores masivos que utilizan enormes cantidades de energía. El cerebro humano solo consume unos 20 vatios de energía, lo mismo que una bombilla. Se necesitarían 34 centrales de carbón que generaran 500 megavatios por hora para almacenar la misma cantidad de datos que contiene un cerebro humano en los centros modernos de almacenamiento de datos.
Tejidos, células y donaciones
El cultivo de las neuronas despierta dudas sobre el consentimiento de los donantes.