Las tradiciones reales también hablan sobre el tipo de ataúd que será utilizado para el entierro de la monarca Isabel II. El funeral será el lunes 19 de septiembre.
Varios medios de comunicación internacionales recordaron que hace un año cuando murió el esposo de la reina, Felipe, él fue enterrado en un ataúd de plomo y que aquellas características del objeto se repetirán en esta ocasión.
La monarca de 96 años falleció el jueves 8 de septiembre de 2022 en el castillo de Balmoral en Escocia. Desde ese día, las autoridades británicas activaron los protocolos reales.
Una de las peculiaridades del protocolo real tiene que ver con su ataúd. Y es que, al igual que el príncipe Felipe, la reina descansará en un ataúd de roble diseñado para ella hace más de 30 años, uno que muy seguramente pesará una tonelada, porque está revestido de plomo.
Una de las razones de usar estos materiales se debe que tienen fines de conservación. Esto se debe a que el plomo sella el ataúd de la humedad, lo que ralentiza la descomposición hasta alrededor de un año.
La empresa funeraria londinense Leverton and Sons, encargada de las exequias reales, explicó al diario británico hace cuatro años que no sabían cuándo ni quién había fabricado ambos ataúdes, que les fueron entregados en 1991 cuando empezaron a trabajar como proveedores oficiales de la casa real británica.
«Es de roble inglés, que es muy difícil de encontrar» y muy caro, explicó entonces su directivo Andrew Leverton al diario The Times.
Esta tradición se extiende mucho más atrás en el tiempo. La nobleza inglesa ha seguido la misma durante al menos cuatro siglos.
Los registros de la Abadía de Westminster indican que Isabel I y Carlos II fueron enterrados en ataúdes revestidos de plomo, así como nobles como Sir Francis Drake y artistas como George Frederic Handel.
De hecho, cuando la princesa Diana murió en 1997, su ataúd también contenía este revestimiento especial.
Como curiosidad, no todos los miembros de la familia real fueron enterrados en este tipo de ataúd. La princesa Margarita insistió en ser incinerada para que sus cenizas pudieran colocarse junto al ataúd de su padre.