El viaje hacia Manta, provincia de Manabí, en la Costa del Ecuador, es su primera salida lejos de la selva. Un grupo de 22 personas de la comunidad Waorani dejó el Yasuní, en la Amazonía, para conocer por primera vez el mar.
El fotógrafo Manuel Avilés coordinó el viaje. El reportero gráfico fue seis meses misionero salesiano y tuvo contacto con los miembros de la comunidad Waorani. Parte de su trabajo con este grupo lo publica paulatinamente en sus redes sociales.
Avilés contó que el plan era ir a su casa en Guayaquil en Carnaval, pero la visita se truncó. Luego organizó el viaje y el fin de semana de este sábado 24 y domingo 25 de junio de 2023 visitan Manta.
En el grupo también estaba un shamán waorani, Miñiwa. Según dijo Avilés en su cuenta de Instagram, «es uno de los pocos shamanes en Ecuador que no habla español».
Cecilia Cedeño, residente de Manta dijo que es la primera vez que un grupo tan numerosos de personas waoranis salen de vacaciones. La mujer también forma parte de la logística del viaje.
Siempre se han movilizado por otros temas, como hablar de la vida en su hábitat, pero no por placer, señaló. Luis Bahiua, waorani que habla español, aseguró que viajar por primera vez a la Costa ecuatoriana ha sido una linda experiencia.
Antes de llegar a Manta, las personas de la población waorani visitaron Guayaquil. En el Puerto Principal se transportaron en la aerovía, que une a la ciudad con Durán, sobre el río Guayas.
Luego conocieron el malecón y pasearon por los parques.
Emoción al ver el mar
Las familias visitantes del pueblo Waorani visitaron la playa San Lorenzo de Manta. Ellos no sabían que el agua del mar era salada.
Por primera vez en su vida se bañaron en el océano. Estaban contentos de sumergirse en las aguas costeras y contemplaban el mar desde la arena. Luego, también subieron al faro de San Lorenzo.
Esta comunidad vive en el Yasuní y se dedica a la pesca y cacería. “Nosotros somos guardianes de la selva y no queremos perder nuestra cultura”, señaló Bahiua .
Los Waorani son un pueblo indígena que vive en las cabeceras de la Amazonía ecuatoriana. Originalmente nómadas cazadores-recolectores, comenzaron a establecer aldeas más permanentes.
Esto después de ser contactados por misioneros y trabajadores petroleros a partir de la década de 1950.